Pretendo hacer un sistema de software libre, relativamente complejo, en el que gran peso del mismo recaerá en la base de datos. Mi conocimiento del software libre es, digamos, mejorable (por ser indulgente conmigo mismo), pero, como leí hace poco en alguna parte (siento no mencionar el autor, la fuente no es fiable), «el hombre que mueve montañas empieza apartando guijarros». Amo allá.
Primer paso: un PC que se ha quedado viejo, formateo y Debian al canto. ¿Por qué Debian? Uf, otro día. Pero se pretende que funcione en todas partes. Desde el principio, lo más multiplataforma que sea posible. Digamos que Debian es el que menos desconozco, y se trata de sentirse cómodo, ¿no? Pero no es inamovible: cuando surja un argumento de peso, se cambia.
Mi inconstancia (a lo que se añaden temporadas de imposibilidad real) hace que las actualizaciones me lleven por árboles de problemas que intento podar. Voy optando, como solución, poco a poco, por el minimalismo. Coherentemente, le dejo desprovisto de OpenOffice, con gran pena pero es poco necesario para este proyecto, y dejo pendiente liberarle de más cosas, optimizar arranques y todas esas cosas.
Segundo paso: instalo MySql. ¿Por qué? Porque es, desde la perspectiva del usuario principiante (véase, un servidor), la más conocida de las que cumplen la condición si ne qua non: es software libre. ¿Y ya está? En realidad, no. Llevo una temporada leyendo comparativas (aunque pueden no ser muy fiables), he probado un par de cosas (pero no muy en serio) y no tengo más criterio de momento. Como la elección de Debian
De momento, dejo rastro de la intención... y ahora toca filosofar. Y aprender MySql. Prometo resumen.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario