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viernes, 23 de octubre de 2009

Las paredes oyen... también.

Señoras y señores, estimados lectores: hoy les voy a contar una historia un poquito asín que cualo. A mí me ha producido una sensación extraña, a medio camino entre el escalofrío y la desnudez.

Vamos allá, sin anestesia; nos cuenta Gaceta.es que «El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero utiliza desde 2004 un software fabricado por Ericsson capaz de pinchar todos los teléfonos de España al mismo tiempo.» Léanselo, que es muy interesante. Se llama Sitel, y asusta un poco. Con esos datos en la mano, queda claro que es una realidad sobre la que podemos discutir y reflexionar, pero es lo que hay, y es imparable: el Gobierno tiene la capacidad de escuchar tus conversaciones teléfónicas con un clic (quizá dos). Olé y olé. Posiblemente, y en buenas manos, sean herramientas muy útiles para enganchar a la gentuza: asesinos, violadores, cabrones en general. Pero me parecería mejor que alguien designado por el poder judicial vigilara a los vigilantes. O sea, la separación de poderes tan primaria que tenemos, pero por la que hay que pelear o se la comerán del todo. Si no me falla la memoria fue Alfonso Guerra el que dijo aquello de que «Montesquieu ha muerto». Dios exista y nos pille confesados.

Porque, ¿qué pasa si hay un error? ¿Qué pasa si te controlan porque en algún punto de un proceso manual baila un dígito de un D.N.I. y se comete un fallo, o tus apellidos se parecen a los de un cabrón? ¿Y qué pasa si esa información no se gestiona bien y se saltan lo de solicitárselo al juez? Y prefiero pensar que no son muchos, aunque no tengo datos, pero ¿qué pasa con los miembros corruptos de los escuchantes? ¿O es que no hay? ¿Quién vigila al vigilante? 

Estamos acostumbrados a que estas cosas salpiquen a los partidos políticos (de hecho, tenemos una historia de estas en danza ahora, ya veremos qué pasa), pero a mi juicio la cosa es más grave: supera la delgada línea que hace que pasemos a ser para los Estados súbditos en vez de ciudadanos. «Si no tienes nada que esconder, no tienes nada que temer», dicen algunos. La Virgen, qué argumento. Si no tengo nada que esconder, ¿a ojos de quién?

No os dejéis de leer también este post de Eduard Punset. Para mí, dardo en la diana.

Citas:

«Un patriota debe estar siempre preparado para defender a su país de su gobierno», Edward Abbey dixit.

Vía Kriptópolis

Desinstalando Norton things

Hola, queridos míos. Hoy os traigo un link que, en caso de pasar por mi trago (y no es el primero) os va a encantar.

La escena puede ser una o varias de las siguientes, a elegir:

a) un jefe cualquiera te dice aquello de que qué chaval más majo eres, y que toma mi ordenador a ver si me lo apañas y tal. El jefe, acojonado de perder lo suyo y con unos conocimientos limitados, lleva tres antivirus y dos firewalls y su peaso peceto va como una tortuga. Uno de los antivirus con firewall y otras herramientas utilííííísimas de nombres más complejos aún, es el Norton, y tienes que quitarlo porque tu jefe ha decidido no renovar su suscripción.

b) Te haces feliz propietario de un peceto de trabajo con una instalación de sistema operativo con una o varias aplicaciones Norton que, sin tener nada especial en contra de ellas, no utilizas.

c) Te has pasado probando algo en el ordeñador y tienes que volver a la configuración de fábrica. Ésta, claro, tiene algo preinstalado de Norton que, sin tener nada especial en contra, no utilizas.

d) Tu madre ha instalado «un par de cosas para ver qué eran» y ha dejado su trasto hecho unos zorros. Pero hace cosas, se maneja con el correo y te ves en la obligación de hacerlo. Temeroso de no encontrar todos los drivers, recuperas la configuración de fábrica con un DVD estupendo y, ¡oh, casualidad!, hay cosas de Norton que sin tener nada especial en contra, no le instalas a tu madre.

e) Alguna variación pequeña de algún caso anterior. 

f) Las opciones correctas son a) y c)

g) Ninguna de las anteriores, pero sigues teniendo algo de Norton instalado que, sin tener nada especial en contra, no utilizas.

Hablamos siempre de entorno Windows, en esa partición de Windows laboral obligatoria porque bla, bla, bla. Pues bien, hay una herramientilla de Norton que sí vamos a usar. Se trata del superdesinstaladorquetecagas de Norton, que elimina todo lo que haya de Norton en el sistema pidiendo un mísero rearranque a cambio.

Después de un par de experiencias limpiando registros y directorios de inicio, archivos perdidos, referencias a dll's perdidas y varios disgustos de principiante que me costaron muchas horas, he encontrado algo que me viene muy bien. Pues hala, a la mochila del blog. A disfrutarlo.

Rollito legal: he copiado el link de esta página de Softonic donde dice que la licencia es gratis. 

P.D.: Si por este post te has enterado de su existencia y te ha venido bien, pon un comentario, anda, please. Es que me hace ilu...